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DILILI EN PARÍS (2018): UNA PEQUEÑA JOYA DEL CINE DE ANIMACIÓN

Sigue existiendo entre el público adulto en Occidente una cierta prevención ante el cine de animación, sino está dedicado a un público infantil tipo Disney, lo que no se da en Oriente, especialmente en Japón, donde el público adulto acepta que la trama pueda desarrollarse con personajes reales o animados. Esa prevención desaparece en el público joven que lo acepta y busca con interés, especialmente cuando viene de Japón, lo que conocemos como anime. Sin embargo, aunque menos conocido por el gran público, existe el cine de animación europeo dirigido a adultos. Creemos que es un olvido injusto porque se hacen magníficas obras, que nos recuerdan el cine de animación que se hace en Europa, siguiendo la gran tradición que iniciaran los estudios checos en Praga a mediados del S. XX, y que en el caso que nos ocupa viene de Francia. Estamos hablando de esa pequeña joya que es Dililí en París, con una producción que reúne a lo mejor de los diseñadores europeos, ya que colaboraron en la producción estudios de Hungría, Letonia y Francia, bajo la dirección del francés Michel Ocelot en 2018.

Una oportunidad de acercarse al mundo de la animación, que es bastante más amplio y complejo que simplista y publicitado mundo Disney.

Michel Ocelot, nacido en Villefranche-sur-Mer, en la Riviera Francesa en 1943, cuenta con una dilatada experiencia siempre en el campo de la animación, tanto en labores de dirección como de guionista, ya sea en series de televisión como en películas. De su abundante obra habría que destacar, tras la realización de series para televisión como Las Aventuras de Gedeon (1976), Gideon (1979) y La Princesa Insensible (1983) y algunos cortos, su primer largometraje Kirikú y la Bruja (1998). La historia se desarrolla en una aldea africana asolada por la bruja Karabá y su cohorte de fetiches autómatas, que ha dictado un maleficio y que se ha comido a los hombres del poblado y ha robado las joyas de las mujeres, y a la que hace frente el pequeño Kirikú. El niño, que es muy espabilado y valiente, tiene la virtud de moverse a la velocidad del rayo, y decide enfrentarse a la bruja para salvar al pueblo, pero en lugar de hacerlo con la violencia decide usar la astucia y la inteligencia, huyendo de la venganza. Emprende un largo viaje lleno de peligros y aventuras, para visitar a su abuelo que le contará como puede acabar con la bruja. Una bella fábula, donde se nos habla de la sabiduría de los ancestros a través de su abuelo, del valor de los guerreros que defienden a su pueblo, del misterio de los viajes, del saber de las mujeres en la búsqueda de soluciones, etc. El director y guionista, se inspira en los recuerdos de su infancia en Guinea y su conocimiento de las tradiciones y leyendas africanas y de sus mitos, que traslada con delicadeza a la gran pantalla. La película destinada a un público familiar, ya que tanto niños como adultos pueden disfrutar de ella, aunque los niños no comprenderán el trasfondo ideológico existente tras la obra, ofrece un dibujo ingenuo y preciosista, de colores muy vivos y contrastados, de gentes desnudas que caminan con dignidad y te miran directamente a los ojos, utilizando gamas cromáticas siempre cálidas diferentes para cada ambiente, ya sea el pueblo, la casa de su familia, la exuberante selva, la casa de la Bruja, etc. La banda sonora fue realizada por Youssou N´Dour exclusivamente con instrumentos africanos.


Kirikú y la bruja (1998).


La película fue muy bien recibida y supuso un espaldarazo para su director. Premiada en numerosos festivales, consiguió el aprecio del público y de la crítica. El Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, que había nacido en 1960 con carácter bianual, pero que precisamente el año anterior 1998, ante la calidad y abundancia de las obras que se presentaban, pasó a ser de carácter anual, la reconoció precisamente ese año de 1999, como el Mejor Largometraje de Animación. De igual modo fue premiada en los Festivales de El Cairo, Chicago y Zanzibar entre otros.

Tras el éxito cosechado, repetiría la experiencia con Kirikú y las Bestias salvajes (2005). En este caso no obtendría el mismo éxito que volvería a intentar con Kirikú y los hombres y las mujeres (2012), que le dejaría claro el agotamiento de la formula inicial. Realmente son buenas películas que merecen ser vistas, están bien hechas, repite el tipo de dibujo ingenuo de su anterior obra y cumplen su cometido de entretener a la familia, defendiendo siempre unos valores progresistas, pero carecen del brillo y el ingenio de la primera, aunque el público acudió a verlas. Contó para la banda sonora en la primera de ellas con Manu Dibango además de Youssou N´Dour.


Posteriormente realizó un interesante film, con un dibujo más recargado tomando como referencia las miniaturas persas de recargados colores, e inspirado en los cuentos de Las Mil y Una Noches, Azur y Asmar (2006), manteniendo la localización en África, aunque sin alcanzar la brillantez de su obra anterior. Utiliza la animación en 3D, pero la exuberancia cromática se apodera de la historia que deviene en una excusa para la utilización de la técnica. Fue muy bien recibida en Francia, lo que provocó que fuera invitada para inaugurar la 51ª edición del Festival de Valladolid, lo que supuso el reconocimiento del cine de animación al máximo nivel.

Tras un periodo de reflexión en el que apenas realiza un mediometraje, se lanza a su nuevo proyecto Dililí en París (2018). Ambientada en los apasionantes finales del S. XIX y comienzos del S. XX., con sus sociedades secretas y la lucha de clases en pleno auge, junto la eclosión de los nuevos descubrimientos de la ciencia que auguraban un futuro mejor para todos, nos cuenta la historia de Dililí, una joven negra que llega de Nueva Caledonia a Francia. Cuenta con la ayuda de un amigo repartidor para investigar una serie de misteriosos secuestros de chicas jóvenes en el París de la Belle Époque. En el curso de su investigación se encontrará con múltiples personajes extraordinarios y multitud de situaciones que harán las delicias de grandes y pequeños. Estos últimos se quedarán con las peripecias de nuestra joven protagonista, y los mayores disfrutarán con el interesantísimo ambiente político, social y cultural de las grandes exposiciones universales, el auge del arte modernista junto con el naciente movimiento obrero y el activismo feminista. En el se presentan a personajes históricos de la época como Louise Michel, mujer libertaria y abanderada del feminismo, que tras participar en La Comuna de Paris, fue desterrada precisamente a Nueva Caledonia, donde no por casualidad, comienza la historia de nuestra protagonista. Conoceremos las sociedades secretas típicas de la época y correremos numerosas aventuras con nuestra protagonista. También aparecen Louis Pasteur, Marie Curie, Gustave Eiffel, Ferdinand von Zeppelin, Picasso, Renoir, Monet, Degas, Rousseau, Erik Satie, Claude Debussy y mujeres como la mencionada Louise Michel, Colette o Camille Claudel. No es necesario, pero ayuda a comprender el alcance de la historia, conocer la biografía de esta mujer excepcional, cuyas memorias han sido recientemente publicadas por LaMalatesta Editorial-Tierra de Fuego, bajo el nombre de La Comuna de Paris. Historia y recuerdos (2016).

Cada plano de la película se convierte así en una mezcla de fantasía y realidad, de colores primarios extraordinariamente sugerentes, con un desbordante optimismo.

Dotada de un trazo exquisito de una delicadeza excepcional, es una verdadera obra maestra tanto del dibujo como de la trama. Reconocido con el Premio César a la Mejor película de Animación en 2018, es un gran trabajo de orfebrería, con un diseño de un riqueza desbordante, preciosista pero nada barroco, un magistral uso del color y en el que el gusto por el detalle no se desvía en ningún momento de la interesante historia. El diseño presenta la novedad de que los fondos de las escenas donde se mueven los personajes no están dibujados, sino que son calcos fotorrealistas. Cada plano de la película se convierte así en una mezcla de fantasía y realidad, de colores primarios extraordinariamente sugerentes, con un desbordante optimismo, que compensa el exceso de pesimismo habitual y que será muy bienvenido en estas fechas.

En definitiva, un gran entretenimiento para comenzar el año con optimismo y a la vez, una oportunidad de acercarse al mundo de la animación que es bastante más amplio y complejo que el habitual, simplista y publicitado mundo Disney.


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